A orillas de la madrugada
dos cuerpos en una ciudad
buscaban pasar el tiempo:
su tiempo no se hizo esperar...
No estaba ninguno en su día,
sus copas ya estaban vacías.
Él estacionó su mirada
cuando al fin la vio sentada,
¡él tenía cigarrillos y ella ganas de fumar!
El rato de a ratos moría,
no había palabras de más,
cautivos en la noche infinita,
se rindieron a su voluntad.
En su presente no había pasados,
en la mesa desfilaban los tragos.
Andaban ahí perdidos escuchando Divididos,
a él le gusta la banda y a ella le gusta bailar.